Hoy escuché su voz.
Era débil, apenas se oía.
Yo la conozco, yo le temo.
Esa voz decía lo que quería.
—
¿Cómo habrá escapado de la razón?
De esa hipócrita, falsa amiga.
He subestimado al corazón,
Y ahora nuevamente latía…
—
Lentamente fue tomando fuerzas, esa voz.
Empezó a decir lo que yo callaría,
A cambiar por sis mis nos,
y por verdades mis mentiras.
—
A través de mí, esa voz habló.
Y le agradó a todos los que la escucharon,
Pero lo que más me sorprendió,
Es que les gustó la persona que en mí encontraron.
—
Distinguí fragancias entre la peste de la rutina
Descubrí sabores que la comodidad no me ofrecía
Comencé a sentir lo que pensaba
Y a decir lo que sentía.
—
Pronto tomaría el control esa voz,
De rey a consejero pronto me degradaría.
Fui derrotado, pero me sentí feliz…
Esa voz era la mía.